INCÊNDIOS


Foto: Roberto Blenda

O espetáculo “Incêndios”, da Companhia Tapioca Inn, que foi apresentado pela primeira vez no Brasil no Festival Mirada, em Santos, em 2012, volta ao Brasil para curta temporada em São Paulo.

Nawal acaba de morrer. Ela deixa pedidos inquietantes em seu testamento. O corpo deverá ser enterrado nu, com o rosto voltado para o chão. Não haverá menção a seu nome sobre o caixão, pois ela se foi deixando promessas sem cumprir. Dois dos filhos assistem à leitura do testamento da mãe, de quem eles não tinham notícias havia cinco anos. Julia e Simón são gêmeos e tomam conhecimento do último desejo dela: eles devem entregar duas cartas, uma para o pai, que até então pensavam estar morto, e outra destinada a um terceiro irmão, de quem tampouco sabiam da existência. É assim que a dupla empreende uma odisseia que os levará a cruzar várias paisagens e personagens, conduzidos do presente ao passado e da violência do mundo ao incêndio da alma.

A história de Wajdi Mouawad foi adaptada ao cinema em 2010, com o mesmo título, pelo cineasta canadense Denis Villeneuve, vencedor do Oscar de melhor filme estrangeiro em 2011.

COMPANHIA TAPIOCA INN
Texto | Wajdi Mouawad
Direção | Hugo Arrevillaga Serrano
Elenco | Alejandra Chacón, Concepción Márquez, Guillermo Villegas, Javier Oliván, Jorge León, Karina Gidi, Pedro Mira e Rebeca Trejo
Cenário | Atenea Chávez Viramontes
Assistente de direção | Anabel Caballero Marin
Produção | Sebastián Ignacio Sánchez e Rebeca Trejo

Produção no Brasil | Performas Produções

Produção executvia | Ariane Cuminale

Construção do cenário | Carol Bucek

Cenotecnia e operação de som | Patrícia Savoy

180 min | 16 anos


Foto: Roberto Blenda

“Incendios es la segunda parte de una tetralogía que hermana la escritura y la puesta en escena y que inició con Litoral en 1997. Sin ser una continuación narrativa, Incendios, retoma la reflexión acerca del origen. Incluso ahora que ignoro de que tratará exactamente la continuación, y cuando la comenzaré, sé, que desde hace poco ya hay una palabra en mi cabeza, que quizá sea el título, quizá tenga que ver con la escenografía, quizá sea la primera palabra, no estoy seguro, pero esa extraña palabra pertenece, estoy seguro, a la tercera parte. Esa palabra será Cielo(s).
Así como Litoral, Incendios no hubiera podido ver la luz sin la participación de los actores. En ese sentido, la manera como la pieza fue escrita y llevada a la escena constituye una continuación de Litoral, ya que aquí también, el texto fue escrito durante los ensayos repartidos a lo largo de un periodo de diez meses. (Leer más. . .)
Es fundamental mencionar lo importante que fue el compromiso de los actores. Simón no hubiera sido boxeador si Réda Guerinik no hubiera participado en el proyecto. Sawda no se habría enojado tanto sin Marie-Claude Langlois y Nihad probablemente no hubiera cantado si no hubiera trabajado con Éric Bernier. En pocas palabras, los actores se mostraron gracias al personaje y el personaje se mostró gracias al actor, para que no hubiera espacio psicológico que los pudiera separar. El único espacio que le permitió al actor y al personaje no confundirse totalmente fue el de la ficción, el de hacer “como sí”, el de la imaginación.
Antes de que la primera palabra hubiera sido escrita, hablamos de consuelo. El escenario como un lugar de consuelo implacable. Un consuelo implacable. Eso fue para mí el primer paso en el túnel. Un espíritu. Una sensación. Las palabras empezaron a llegar. Me puse en marcha. Una marcha en la oscuridad. Las voces de los actores me guiaban. Un día surgió la pregunta: “¿Qué tienen ganas de hacer sobre el escenario? ¿De decir? ¿Qué acción, que fantasma quisieran llevar a cabo?” Todo estaba permitido. Desde lo más lúdico hasta lo más serio, de lo más grotesco hasta lo más convencional. Eso no costaba nada. De esa manera, Réda me habló de boxear. Marie-Claude de actuar un personaje que era una mejor amiga. Annick Bergeron, que haría una de las tres Nawal, quería bailar con castañuelas y Richard Thériault, que sería Hermile Lebel, habría querido cantar a Tom Jones. Era chistoso y conmovedor ver a cada uno sacando sus fantasmas de la infancia o de la adolescencia; pero aún el deseo más sencillo lleva en sí una verdad innegable y todo deseo, así tan fácilmente mencionado un día del mes de mayo alrededor de la mesa, se volvía para mí, una pista en la cuál no habría podido pensar yo solo. No todo se tomo en consideración, pero gracias a eso pude encontrar soluciones narrativas a la trama. El ejemplo más sorprendente que hubo fue el de la nariz de payaso. Isabelle Roy, que interpretó a la Nawal más joven, admitió soñar con interpretar a un payaso sin gracia. Había una gran distancia entre esa Nawal y el payaso sin gracia, pero esa idea tomaría una forma sorprendente y se volvería uno de los puntos fuertes de la historia. Además de los fantasmas de la infancia, estuvieron las ideas y las palabras de cada uno. Hablamos de territorio, reconstrucción, la guerra de Líbano, de Noé y de l’Abitibi. De divorcios, matrimonios, de teatro y de Dios. Hablamos del mundo de nuestros días: de la guerra en Irak, pero también del mundo de ayer: el descubrimiento de América.
La escritura inició y le siguió el trabajo de ensayos. El diseño de escenografía también tuvo que adaptarse al hecho de que el texto se iba escribiendo, y a lo largo de todo ese periodo, tuve el sentimiento que antes que cualquier otra cosa eso se trataba de una compañía de teatro, con sus técnicos y sus actores, que trabajaban para darle paso a la escritura. Sin esa escucha, sin esa participación, sin ese compromiso activo de parte de cada miembro del equipo, yo no habría podido escribir. Es importante decirlo, importante que lo oigan: Incendios nació de este grupo, su escritura pasó a través de mí. Paso a paso hasta la última palabra.”

Wajdi Mouawad
23 de marzo de 2003